La narrativa de Red Dead Redemption 2 está concebida para abordar temas sensibles, crudos y lo más realistas posibles, ejemplificando las situaciones vividas durante la época del Salvaje Oeste. Desde la corrupción del Estado y la erradicación de pueblos aborígenes para entregar sus tierras a industrias petroleras, pasando por historias de esclavitud y esclavistas que anhelan el regreso de esas épocas, hasta la desigualdad de género. Es este último punto el que dará paso al análisis en el que deconstruiremos y profundizaremos en uno de los personajes más complejos y mejor escritos de todos los tiempos: la forajida Sadie Adler.
Para abordar la complejidad de Sadie, debemos remontarnos a una cita de la afamada filósofa francesa Simone de Beauvoir, autora del célebre libro El Segundo Sexo:
«De buen o mal grado, individuos y grupos se ven obligados a reconocer la reciprocidad de sus relaciones. ¿Cómo es posible, entonces, que esta reciprocidad no se haya planteado entre los sexos, que uno de los términos se haya afirmado como el único esencial, negando toda relatividad con respecto a su correlativo, definiendo a este como la alteridad pura? Ningún sujeto se plantea, súbita y espontáneamente, como lo inesencial. ¿De dónde le viene a la mujer esta sumisión?»
(Beauvoir, 1949).
Aquí Simone plantea, mediante un término clave, la cuestión sobre las relaciones humanas: la reciprocidad.
Y es con este término donde da inicio la historia de Sadie.
Ella es conocida por su vida en el rancho Adler, donde vive junto a su esposo, Jake Adler. Como en todo rancho, había que cumplir ciertas tareas. Aunque para el contexto de la época lo común sería que Sadie se encargara del hogar y Jake del trabajo pesado, ella decidió dividir equitativamente las labores. Esta elección no le supuso ningún problema a Jake, logrando una sinergia peculiar para aquellos tiempos.
Si explicamos el concepto de reciprocidad que nos introduce Beauvoir, entenderemos que esta implica el reconocimiento mutuo de la libertad y subjetividad entre dos conciencias, en tanto que ninguna es concebida como dependiente de la otra, sino, por el contrario, son entendidas como iguales en su esencia.
Así pues, para que Sadie alcanzara la trascendencia y se convirtiera en un ser-para-sí en tanto que ella reconociera su existencia y fuera apoderada de su futuro, este «mutuo acuerdo» debía perdurar. Sin embargo, perder esta condición, causa que entre en un estado de depresión existencial, no solo por el hecho de que no verá más a ese ser cuya sinergia era la base de su libertad, sino por entender que esa libertad se perdería.
Como vemos durante este capítulo, al ser consumida por la angustia, que dicho sea de paso, «Angustia, definida como el vacío causado por el colapso de un significado, en este caso, la reciprocidad», Sadie comienza a preguntarse sobre: ¿Qué debe hacer ahora? ¿Debe encontrar otra conciencia que suplante la anterior? ¿Debe aceptar su nueva vida y vivir con la pena? ¿Debe buscar un nuevo inicio? Esto, sumado a las condiciones adversas de su contexto, hace que no solo dude de lo que hará; ahora duda sobre lo que es: ¿Jake era la única razón de su propósito? ¿Sin Jake, quién es Sadie? Esto desemboca en un Limbo existencial.
La crisis de identidad de Sadie nos abre las puertas a uno de los debates más antiguos de la humanidad, el sentido de la existencia, con el fin de comprender el porqué vivimos y qué nos hace vivir.
Hemos abordado de maneras distintas este debate, pero siempre terminamos en la misma cuestión: ¿Si no tenemos propósito? ¿Para qué existimos? ¿Qué sentido tiene vivir? Así como ustedes, he pasado noches tratando de comprender la razón de mi existencia. Al no obtener una respuesta clara, esto me ha hecho llegar a una situación a la que podríamos denominar «Limbo existencial», en tanto que este «Limbo» se convierta en una amenaza para el ser-para-sí (reconocimiento de nuestra existencia) ocasionando que nuestro ser se transforme en un ser-en-sí, por lo tanto, una existencia automática basada en la repetición, enviando esta conciencia a un lugar donde no hay vida ni muerte, ni tiempo ni espacio, no hay amor ni dolor, ni siquiera sentimiento. Un punto en donde comenzamos a sobrevivir en lugar de vivir; ahí es donde nuestra esencia perece, donde empezamos a pasar los días de forma automática. Y aunque esto suene como el fin de nuestras preguntas, debo decir que esto solo es el inicio.
¿Acaso nuestro destino está definido? Para este punto, Sadie se encuentra estancada en el Limbo existencial. El agobio de no saber qué le depara el futuro, la impotencia de sentir que pudo haber hecho algo más para evitar lo sucedido, el encontrarse frenada por esta realidad inalterable, hace que la única opción racional sea sucumbir ante sus posibilidades, aceptando que lo que fue no dejará de ser y que solo puede esperar lo que será. Durante este periodo, la observamos cumplir con determinadas tareas que, históricamente, en el contexto de la época, eran realizadas exclusivamente por mujeres. Labores como cocinar, lavar la ropa y realizar tareas de aseo general le son impuestas por la señora Grimshaw y por Pearson —el cocinero de la banda— con la intención de que se «gane el pan». Y aunque, en retrospectiva, estas labores no eran complejas, el mero hecho de tener que hacerlas por una imposición de género en lugar de por una voluntad individual, sumadas al trato con el que son ordenadas, muestran la manera en la que constantemente se intenta encasillar a Sadie en un rol definido, uno en el que su esencia, irremediablemente se verá limitada, y así lo vemos, con el paso de los meses, vemos un cambio radical en su comportamiento. Aunque la amargura y la tristeza son cada día más consistentes, algo se va gestando en su interior.
Pero entonces, ¿Qué sucede? ¿Cómo una mujer, a todas luces derrotada, cambia su destino si este, al parecer, ya fue escrito? ¿Cómo esta mujer logra tomar las riendas de su vida para convertirse en la cazarrecompensas más temida del Oeste?
Para Séneca, la virtud estoica se resume en reconocer que la vida es dura y cruel, pero que, como seres responsables, debemos aceptar racionalmente estas situaciones y buscar la manera de vivir con estos problemas para así tener una vida plena. Por este motivo, Sadie experimenta un cambio de paradigma total. Al asumir lo que pasó y entender lo inmutable del pasado, ella busca una solución activa en el presente: solicitarle a Arthur que la incluya en sus labores. Esta decisión demuestra un esfuerzo por alcanzar una agencia individual y voluntad de trascender, en tanto que, al aceptar de manera racional los hechos, comienza a trabajar de manera resiliente en formas de recuperar la libertad que le fue revocada.
Es por esto que, al aplicar inconscientemente esta corriente a su vida, Sadie logra sobrellevar su dolor mediante la resiliencia y una fortaleza interna inquebrantable; su capacidad de constante redefinición es la demostración perfecta de Simone de Beauvoir con su frase
«No se nace mujer: se llega a serlo.»
(Beauvoir, 1949).
Sadie decide superar las imposiciones culturales de género al ir en contra del concepto patriarcalmente definido de «ser mujer», para así forjar una identidad propia y auténtica.
Esta identidad auto-forjada es la que lleva a Sadie a ser una mujer en propio derecho, en tanto que ella se reconoce como ser-para-sí, auténtica, autónoma y autosuficiente, capaz de trascender las limitaciones impuestas, como por ejemplo, a la hora de tomar por voluntad propia la decisión de ir a la prisión Sisika para rescatar a John Marston, una clara muestra de la autonomía antes mencionada.
Para Beauvoir, el término trascender significa lo siguiente:
«El ser humano se define por su relación con el mundo y por sus proyectos; él es un ser-para-sí que se elige, se proyecta y se realiza en el tiempo, trascendiendo siempre lo dado y lo inmanente para dirigirse hacia sus fines.»
(Beauvoir, 1949)
En el contexto del juego, las acciones de Sadie dejan marca, no solo por su labor hecha como cazarrecompensas, sino, por el contrario, su esfuerzo constante al momento de buscar la comodidad máxima para su banda, su apoyo constante en el viaje de Arthur Morgan; son todas estas acciones las que demuestran ese objetivo de redefinición e incansable afán de ser y hacerse a sí misma, trascendiendo el concepto patriarcal de ‘mujer’ para convertirse en la soberana de su propia existencia.
Desde su concepción, Sadie Adler fue escrito como un personaje muy profundo; sus constantes dilemas y cuestiones muestran la complejidad que puede alcanzar la vida de una persona, sea un contexto ficticio o real.
El viaje de Sadie Adler es un poderoso testimonio de la complejidad ineludible de la existencia femenina. Ella no se limita a un rol predefinido, sino que elige transformarse constantemente, una demostración viva de que la identidad no es un destino inmutable, sino una construcción activa forjada a través de la trascendencia y la auto-definición, incluso ante las circunstancias más adversas.
«La mujer no encarna ningún concepto fijo; a través de ella, se cumple sin tregua el paso de la esperanza al fracaso, del odio al amor, del bien al mal, del mal al bien. Bajo cualquier aspecto que se la considere, lo que primero sorprende es esa ambivalencia.»
Simone de Beauvoir, El Segundo Sexo (1949)
La vida de Sadie fue marcada por transiciones drásticas —de presa a cazadora, de la compañía a la soledad, de la tranquilidad doméstica a la brutalidad—, encarna a la perfección esta fluidez del ser. Su historia reafirma que la feminidad no es un camino prefijado, sino una serie de elecciones y aspiraciones. Sadie no solamente nace mujer; ella llega a ser mujer a través de su capacidad incansable de desafiar las imposiciones y forjar su propio destino, demostrando la libertad radical del ser-para-sí.
Luego de repasar la vida de Sadie Adler, vemos que su historia no es una de redención como la de Arthur; trasciende un mero triunfo heroico del bien contra el mal. Es, en retrospectiva, una muestra de la imposibilidad del ser humano de vivir en libertad y ser auténticos por culpa de constructos sociales heredados de generaciones cuya autonomía fue suprimida en favor de años de tradicion, esto, al final, ocasiona graves daños en la sociedad, desde complejos de identidad hasta violencia de género, casos que se evidenciaron en la vida de Sadie.
Y en un mundo en donde el término «inclusión» ha sido transgredido sin consideración alguna, nos queda una esperanza al saber que aún existen grandes escritores capaces de dar voz a estas problemáticas en un medio tan utilizado como son los videojuegos, ayudando así a generar conciencia con el fin de que, algún día, podamos vivir plenamente.
Para cerrar este análisis te pregunto: ¿Qué conclusiones tienes del arco de Sadie Adler? ¿Para ti, se nace o se hace mujer? ¿Has experimentado en tu vida situaciones similares a las de Sadie Adler? Y, por último, pero no menos importante: ¿Te gustó mi análisis? ¡Todo esto me lo puedes responder en X, lugar donde generalmente opino de videojuegos!