COLE PHELPS: el Declive Mental del Peor Personaje de Rockstar

Cole Phelps: el Declive

PsicothinG

Cole Phelps es el peor personaje que he visto y L.A Noire uno de los peores juegos que he probado últimamente. Sus mecánicas son desesperantes y el interrogatorio de testigos falla y eso es maravilloso.

 

Porque la historia de Cole no está para que te diviertas. Está ahí si te has sentido apático, sin ilusión o si te encontrabas luchando contra un sistema que te oprimía. Hoy entenderás todo sobre este personaje y sobre cómo defender tus valores en un mundo decadente.

 

 

AVISO DE SPOILERS

Este artículo revela detalles importantes de la trama y/o el final del juego. Continua leyendo bajo tu propia responsabilidad.

 

 

 

Cole Phelps: Su trágica historia y sus valores

Cole Phelps es un hombre obsesionado por la justicia, algo propio de las personas que han sufrido traumas tan profundos como los de este hombre y por aquellos que han crecido desde pequeños sintiendo que el mundo es injusto. Es el arquetipo del detective duro inspirado en Humphrey Bogart  y tal como nos representa este juego…un hombre atrapado en su propio infierno.

 

Aaron Staton – Cole Phelps

Aaron Staton – Cole Phelps

 

L.A Noire nos sitúa en la ciudad de Los Ángeles en el año 1947, después de la Segunda Guerra Mundial. Este periodo es clave porque refleja una sociedad americana marcada por el regreso de los veteranos de guerra, el auge del cine negro, el inicio de la Guerra Fría y una ciudad en expansión afectada por la corrupción policial, el tráfico de drogas y la especulación inmobiliaria.

 

Cole es un veterano condecorado de guerra, habiendo servido en la infantería de los Marines durante la campaña del Pacífico, donde participó en combates brutales, especialmente en Okinawa una de las peores batallas de la Guerra.

 

Se dice que el ejército japonés utilizaba a los civiles como escudos humanos y muchos decidieron desvivirse para evitar la deshonra de ser los perdedores. Eso sin contar las condiciones climatológicas horribles y los cuerpos en descomposición lo que contribuyó al estrés postraumático masivo de los soldados.

 

Okinawa

 

Esta experiencia lo marcó psicológicamente, aunque el juego lo muestra reprimiendo sus traumas bajo una fachada de rectitud moral. La guerra lo dejó con culpas no resueltas, estrés postraumático y una profunda necesidad de redención. Por eso se lanza al trabajo policial con tanto fervor: no solo para imponer justicia, sino también como un intento desesperado por expiar los errores de su pasado militar.

 

Cole Phelps es presentado como un modelo de rectitud. Su uniforme está siempre impecable y no se aparta lo más mínimo de lo estrictamente legal. Pero esta fachada esconde un trasfondo psicológico muy turbulento porque  como veterano de la campaña del Pacífico, Cole arrastra traumas de la guerra que oculta bajo su rigidez y su obsesión a las normas, en un intento de contener su propio caos interno.

 

En las primeras misiones de patrulla, Cole investiga pequeños delitos como robos o atracos. Son misiones que sirven para enseñarnos las mecánicas del juego y para que veamos como Cole necesita que el mundo tenga sentido. Su moral no acepta grises y cualquier ambigüedad le resulta perturbante, un rasgo claro de una personalidad obsesiva.

 

Su pasado en la guerra también le ha dejado secuelas en la interacción social. Phelps no conecta fácilmente con sus compañeros de patrulla ni con los testigos y hay indicios de que se siente profundamente solo porque al principio todos los días son iguales, se levanta, acude a su centro de trabajo y resuelve el caso que le toque; exactamente igual a como se sienten muchas personas que arrastran síntomas depresivos.

 

La tensión entre Cole y su entorno se hace aún más evidente cuando interactúa con otros policías de la comisaría. Mientras muchos de ellos se entregan al cinismo, la corrupción y el machismo típico de la época, Phelps sigue siendo implacable en su búsqueda de justicia. Esta postura moral lo convierte en un paria dentro de su propio departamento. Esta actitud perfeccionista es una coraza que le permite evitar enfrentarse a su culpa y a la memoria de sus actos durante la guerra.

 

Sin embargo la actitud de Cole le permite realizar un trabajo impecable y ser ascendido.

 

Cole y su compañero

 

El ascenso es una oferta que Cole no puede rechazar y que lo lleva a romper con su apática rutina. Lo que para otros sería un simple reconocimiento profesional, para Cole se convierte en un símbolo de esperanza, de oportunidad para expiar sus terribles pecados.

 

Este ascenso hace que Cole busque en el logro una forma de redimirse pero desde un punto de vista casi compulsivo. El perfeccionismo extremo, muy ligado a su posible trastorno obsesivo-compulsivo de personalidad, le empuja a ser el mejor, a buscar en la investigación policial la estructura que tanto necesita para darle sentido al caos del mundo y de su propia mente. El uniforme ya no es suficiente; ahora quiere ser el hombre que imponga la ley y devuelva la justicia a una ciudad corrupta. Su rigidez moral se intensifica al verse validado por sus superiores, lo que también lo llevará a ser aún más intolerante a la imperfección de quienes lo rodean.

 

En uno de los casos su compañero quiere encarcelar al sospechoso pero su compañero responde con reticencias y con una actitud impulsiva, queriendo zanjar el trabajo lo antes posible.

 

Su estilo es inflexible y esa rigidez lo lleva a convertirse en un hombre solitario, convencido de que sólo él puede restaurar el orden, una actitud que nos puede hacer dudar de si tiene realmente empatía.

 

Sin embargo, hay un detalle en su pasado que nos hace ver que sí lo es y que el hecho de que ahora sea más frío realmente es un mecanismo de defensa para dejar de sufrir.

 

Okinawa

 

El trauma que arrastra desde Okinawa no ha sido sanado, solo enterrado bajo capas de control y deber. Al sumergirse de lleno en la resolución de crímenes, Cole evita enfrentarse a su dolor, transformando cada pista y cada sospechoso, en un rompecabezas lógico que le permite mantener sus emociones al margen.

 

Sin embargo, el ascenso también trae consigo una nueva amenaza. Los compañeros y superiores de Phelps empiezan a mirarlo como a un bicho raro. 

 

Tras su ascenso al departamento de Tráfico, Cole debería sentirse validado y motivado. Sin embargo, su rigidez moral y su desprecio hacia la corrupción lo aíslan de sus compañeros. Aunque asciende, su perfeccionismo y trauma lo mantienen en constante tensión. Este rechazo interno lo vemos en su incapacidad para adaptarse a las complejidades morales del mundo real, donde las líneas entre el bien y el mal no siempre están claramente definidas y que el resto de sus compañeros parecen haber olvidado a través del cinismo presente en muchos de ellos.

 

Cole lucha por mantener su integridad en un entorno donde la corrupción y la ambigüedad moral son moneda corriente. Su rechazo a comprometer sus principios lo coloca en una posición vulnerable, tanto profesional como emocionalmente. Esta resistencia a adaptarse y su negativa a aceptar las imperfecciones del sistema se muestra a lo largo de muchos casos en Homicidios donde Cole siempre se obsesiona por encontrar respuestas y su compañero reduce todo a frases simples y cortantes.

 

 

Los códigos de honor de un hombre fragmentado

 

Cole Phelps es un hombre con unos fuertes códigos de honor que han moldeado fuertemente su personalidad, le han permitido adaptarse al ambiente y sobrevivir en entornos caóticos. Este código actúa como un mentor interno, guiando sus acciones pero también limitando su capacidad para adaptarse a las realidades complejas y a menudo corruptas de la vida civil.

 

A pesar de sus normas morales Cole en el fondo es un pobre hombre que se encuentra completamente disociado de los horrores que ha vivido y deseoso de validación tal y como se puede notar a través de sus interacciones con sus superiores cuando resuelve los casos.

 

Y esto, aunque parezca irrelevante, es terrible pero refleja la realidad que vivieron muchos hombres y mujeres tras la guerra. Todos combatieron y presenciaron los peores crímenes de la humanidad pero volvieron a sus hogares sin guía ni orientación en sus vidas.

 

Para un hombre como Phelps esto es terrible porque te sientes perdido psicológicamente y no puedes sanar lo que has tenido que vivir. Y lo peor está por llegar…

 

Lo que hasta ahora había sido una aproximación al crimen desde la superficie ahora se transforma radicalmente. A partir de este punto, Cole se adentra en un mundo donde la oscuridad humana se manifiesta sin filtros mediante asesinatos brutales, sadismo, y una corrupción institucional más que evidente.

 

Como buen veterano de guerra, Cole había intentado encontrar un propósito en la policía, creyendo que la estructura y la disciplina de la ley podrían redimirlo de sus pecados y traumas del Pacífico. Pero en Homicidios, esa ilusión se disipa. El caso de la Dahlia Negra y la investigación de asesinatos en serie lo enfrentan a la cruda realidad de la impotencia, la depravación y la fragilidad del ser humano.

 

La dalia negra

La dalia negra

 

Este caso está inspirado en el asesinato de Elizabeth Short, apodada por la prensa como La Dahlia Negra. Su cuerpo mutilado y brutalmente desfigurado fue encontrado en Leimert Park en Los Ángeles. En L.A. Noire, los casos de asesinatos de mujeres, muchas veces con cuerpos exhibidos de forma grotesca y con símbolos, forman parte de un arco argumental conocido como los asesinatos del asesino de la Dalia Negra, aunque en el juego le dan un giro ficticio. El juego conecta varios asesinatos con la sospecha de un asesino en serie, algo que en la vida real nunca fue descubierto…

 

La frustración policial y el morbo social que se respiran en esa parte del juego son un clarísimo homenaje y reconstrucción del caso, adaptado para encajar dentro del mundo noir que Rockstar quiso crear.

 

Toda una reconstrucción que nos permite ver cómo Phelps se aleja de todo morbo y él solo trata de realizar su trabajo de la forma más perfecta posible.

 

Phelps debe enfrentarse a la naturaleza mentirosa de los sospechosos, las falsas pistas y la presión mediática. La famosa mecánica de interrogatorios del juego refleja precisamente ese nuevo entorno psicológico: la duda constante, la incapacidad para confiar incluso en lo que parece obvio y la necesidad de leer entre líneas para descubrir la verdad.

 

Este nuevo territorio también comienza a aislarlo emocionalmente. Sus compañeros de trabajo desconfían de su perfeccionismo casi obsesivo. Su moral rígida y su absoluto rechazo a la corrupción lo convierten en un marginado dentro de su propia institución. Y esto es un punto clave: Cole comienza a verse como único defensor de la justicia real, aunque esta percepción lo acerque cada vez más a una peligrosa arrogancia moral.

 

Cole todavía cree que puede controlarlo todo a través de la disciplina y la rectitud, pero el nuevo mundo que ha cruzado se rige por reglas propias: las influencias políticas, los intereses económicos y los oscuros secretos de la élite.

 

Desde el primer caso, Phelps se enfrenta a la realidad de que la verdad y la justicia rara vez coinciden. Su rígido sentido del deber, aprendido en la guerra y en las calles como patrullero y detective de tráfico, comienza a resquebrajarse. 

 

 

Rusty Galloway: el veterano sin esperanzas

 

Rusty Galloway el veterano sin esperanzas

 

Uno de los primeros enemigos que encuentra es su propio compañero: Rusty Galloway. Este hombre es un policía veterano, cínico y con tendencia a resolver los casos de forma rápida aunque signifique culpar al sospechoso más conveniente, siendo la antítesis del idealismo de Phelps. Rusty desafía los principios de Cole y le tienta a sucumbir a las apatías del sistema. La relación entre ambos es tensa, pero a la vez constituye una de las primeras grandes pruebas del protagonista: Mantener su integridad sin destruirse en el intento.

 

Además en varios de los casos Galloway deja claro su alcoholismo, siendo esta una de las principales tendencias y mecanismos por muchos de los veteranos de guerra quienes solucionaban a base de alcohol todos los traumas y horrores que presenciaron. (De hecho en todos los casos del juego hay alcohol de por medio).

 

El departamento de Homicidios está repleto de pruebas simbólicas que ponen a prueba la determinación y humanidad de Cole. Las escenas del crimen que encuentra son brutalmente explícitas y reflejan la descomposición social del Los Ángeles de posguerra.

 

El patrón de asesinatos conecta con la figura del asesino en serie que juega psicológicamente con la policía dejando pistas y referencias literarias, en clara alusión a los poemas de Shelley y referencias mitológicas. Cole sabe interpretarlas lo que nos demuestra que es bastante culto e incluso hace referencias a Shakespeare, algo que avergüenza a sus compañeros porque son bastante catetos.

 

Como consecuencia de esto el Capitán Donnelly o el Comisario Worrell hacen sentir a Phelps que es un completo marginado. La institución que debería ser su aliada lo convierte en un enemigo más, incapaz de aceptar su inflexibilidad y obsesión con la verdad. Este aislamiento agudiza la percepción de Cole de que sólo puede confiar en sí mismo, aumentando su tendencia a la autoexigencia y la culpa y a desarrollar ciertos pensamientos paranoides.

 

A nivel psicológico, el impacto de esto es devastador. El estrés postraumático que Phelps ya arrastraba desde Okinawa comienza a mezclarse con una fatiga moral insostenible. Cada vez tiene que lidiar no solo con los casos sino con cuestionamientos constantes a su moralidad.

 

La corrupción del sistema judicial, la prensa amarilla y los políticos que buscan tapar los casos, son pruebas que lo empujan más hacia la frustración.

 

Pero ¿cómo te sentirías tú si todo tu entorno te hace sentir que tú eres el raro o el que se está equivocando en todo lo que haces?

 

La resolución de los crímenes no siempre termina en justicia real, sino en acuerdos, tapaderas o condenas a inocentes para preservar la imagen del Departamento o al menos lo más conveniente para callar a la prensa, algo que para un hombre que vive obsesionado con el honor y la verdad, este entorno hostil se convierte en una trituradora psicológica.

 

Sin embargo, todo esto no ha hecho que pierda su capacidad para defender y conectar con los más vulnerables, algo que queda reflejado cuando trata de proteger de información sensible a niños que han perdido a su madre.

 

Nunca vemos a las hijas de Phelps pero esto nos indica que tiene un profundo sentimiento como padre aunque no sea capaz de expresarlo.

 

El último caso en Homicidios supone la desgracia definitiva para Phelps porque después de meses de sufrimiento y de las múltiples mujeres asesinadas dan con el verdadero responsable, un hombre sádico que finalmente se libra demostrando, una vez más, la corrupción política y sistémica propia de la época. (Y de cualquiera)

 

En el caso real se acusó al cuerpo de policía y a figuras políticas de ocultar información o proteger a sospechosos poderosos para evitar un escándalo mayor, algo que en el juego lleva a Phelps a deprimirse y cuestionarse realmente todo lo que está haciendo para, una vez más, ser ascendido.

 

Porque entonces comienza a cuestionarse por qué sigue recibiendo reconocimiento por estar haciendo justamente lo opuesto. Destruir en vez de proteger.

 

 

La Caída del Héroe: El descenso de Cole Phelps

 

COLE 2

 

La llegada de Cole Phelps al Departamento de Narcóticos marca el inicio de la fase más oscura y devastadora de su historia. Esta etapa supone que el protagonista se adentre al lugar más peligroso y doloroso de su mente.

 

Phelps  es desplazado casi como castigo por su actitud demasiado rigurosa y poco colaborativa con los intereses de sus superiores. El Departamento ya no es su aliado. Su nuevo compañero, Roy Earle, encarna como ningún otro personaje el cinismo, el abuso de poder y la falta de escrúpulos del departamento de policía. Roy es carismático y manipulador, pero representa todo aquello que Phelps detesta: la normalización del soborno, la explotación de testigos y la traición sistemática.

 

Esta etapa supone un punto de quiebre mental para Cole. Su sentido de la justicia se convierte en una lucha interna agotadora. Mientras que en Homicidios aún creía que podía «arreglar» el sistema desde dentro, Vice le muestra que la podredumbre es absoluta y alcanza hasta sus propios compañeros. Su carácter se vuelve más hermético, su comunicación emocional con el entorno se rompe y empieza a actuar de manera cada vez más rígida y paranoica.

 

El gran detonante emocional de esta sección llega cuando Cole conoce a Elsa Lichtman, la cantante alemana con la que inicia una relación extramatrimonial. Esta relación simboliza la búsqueda desesperada de Cole de una conexión emocional que mitigue el vacío y la culpa que lo consumen desde la guerra y que se ha intensificado con la deshumanización de su entorno. Elsa es la única que le muestra compasión, pero también se convierte en el vehículo de su caída pública: su aventura con ella es filtrada por Roy Earle y otros compañeros a la prensa, provocando el derrumbe total de su reputación profesional y personal.

 

Cole es humillado públicamente. Sus valores se quiebran y Phelps pasa de ser un héroe condecorado y modelo a un paria dentro de la policía y ante la sociedad. Su matrimonio se desmorona y sus compañeros lo desprecian abiertamente. 

 

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Se sumerge en un pozo de desesperación y es algo muy parecido a lo que muchas personas han podido vivir en esas etapas de sus vidas tan caóticas, inestables y desesperantes… cuando sientes que nada podría ir peor.

 

A nivel clínico, es fácil trazar paralelismos con un cuadro de depresión severa y síntomas de estrés postraumático. Cole empieza a tomar decisiones arriesgadas y autodestructivas, alejándose aún más de sus aliados. Sus defensas psicológicas ya no le permiten desconectarse emocionalmente del dolor como en la guerra, y el sentimiento de culpa lo empuja al aislamiento absoluto.

 

Cole ha sido degradado por la presión de la prensa y sus propios compañeros, pero a la vez esta degradación lo libera de la maquinaria corrupta de su etapa anterior.  Aquí empieza a emerger un nuevo Cole, menos obsesionado con la perfección y más consciente de la necesidad de actuar por principios, no por reconocimiento. De hecho hasta le vemos ir a casa de Elsa haciendo caso a lo que siente y no al deber perfecto.

 

 

La Brújula de la moralidad

 

Su compañero en Incendios, , actúa como un mentor. Es un hombre cínico y desilusionado con la vida aunque a través de la brusquedad y la experiencia de Biggs, Phelps recupera poco a poco su sentido vital. Biggs le muestra que, aunque la ciudad esté corrompida, todavía hay casos que merecen ser resueltos y víctimas que merecen justicia.

 

Herschel Biggs

 

En esta sección del juego, las investigaciones llevan a Cole a descubrir una trama aún más oscura y compleja: un gigantesco fraude inmobiliario perpetrado por magnates y altos cargos, incluyendo a antiguos camaradas suyos de guerra. Descubre que la fundación Elysian Fields y miembros influyentes del gobierno han estado quemando casas de veteranos de guerra para apropiarse de terrenos y lucrarse. Cole descubre que la verdadera amenaza no eran los criminales de la calle, sino el poder institucional y económico que desprecia la vida humana en beneficio del dinero.

 

Cole debe enfrentarse a la traición de antiguos compañeros lo cual refuerza la percepción de Phelps de que la corrupción y la podredumbre moral están en todas partes. Esta revelación es el mal que creía combatir como detective aunque en realidad descubre que es algo estructural y casi inabarcable y lo meticuloso que llega a ser cuando está bajo presión. 

 

Cole sabe que Kelso lo odia a muerte pero sabe que si quieren ganar esta batalla deberá confiar en un hombre del que no termina de fiarse pero sabe que es el mejor en lo que hace.

 

Cole comienza a aceptar que no puede controlar ni redimir todo. Es una dosis de humildad a través del sufrimiento y la relación con Biggs se transforma en un vínculo de respeto mutuo y camaradería. Biggs se convierte en el primer verdadero aliado moral de Cole, acompañándolo en la lucha final contra la conspiración.

 

Jack Kelso

 

Jack Kelso es un detective privado que ya no cree en las instituciones pero aún tiene su sentido del deber intacto. Kelso no tiene un compañero de patrulla y no obedece más normas que las de su propia conciencia. Y sin embargo, en esa soledad, tiene más claridad que todos los despachos de la comisaría juntos.

 

No busca culpables fáciles sino que investiga con meticulosidad porque para Kelso la verdad es un compromiso moral.

 

En su investigación descubre que los culpables eran los mismos hombres con los que marchó a Okinawa. Los que ahora levantan imperios inmobiliarios sobre las cenizas de otros veteranos.

 

Y entonces Kelso no se enfurece. No rompe nada. Simplemente continúa. Porque es así cómo actúan los hombres que conocen el dolor: no por rabia, sino por principios.

 

La obsesión por buscar la verdad de Cole ha llevado a meter a un hombre que lo odia en un caso inabarcable aunque la única con lucidez en este punto es Elsa…

 

Jack es rodeado y en una épica huida acude al apartamento de Elsa. Cole y Phelps vuelven a coincidir después de años y es más que evidente el resentimiento entre ambos y Cole ni siquiera es capaz de ayudarle cuando cae.

 

Jack se recupera de sus heridas y aunque intentan reclutarlo demuestra una vez sus valores inquebrantables, los mismos que le están conduciendo a arrinconar a sus enemigos, algo que lleva a la conclusión final de esta historia.

 

En los últimos casos Jack se convierte en la última línea de integridad en una ciudad que ya ha elegido el silencio. Se adentra en la oscuridad literal de las alcantarillas para encontrar a Ira Hogeboom, el marine que se convirtió en incendiario, no por maldad, sino por ser abandonado por el sistema.

 

La confrontación entre Jack e Ira es el espejo de una guerra que nunca terminó. Pero Kelso no lo enfrenta con rabia, sino con humanidad. No busca venganza sino cerrar el círculo.

 

La grandeza de Kelso no reside solo en sus actos, sino en su capacidad de perdonar. A Cole y a sí mismo.

 

El calvario de Cole culmina con la investigación final y la confrontación con Hogeboom en las alcantarillas de Los Ángeles representa la batalla simbólica de Cole contra los demonios internos de la guerra, la culpa, la corrupción y el fracaso. Derrotar a Hogeboom no significa salvar la ciudad ni a sí mismo, sino cerrar el círculo con su pasado militar y reafirmar su decisión de ser justo incluso en un mundo injusto.

 

Desde el punto de vista psicológico, esta sección muestra a Cole en su forma más completa y madura. Aunque sigue siendo un hombre roto, ha aprendido a aceptar sus limitaciones, a no huir del dolor y a encontrar sentido en proteger a quienes no tienen voz. El calvario es también una redención parcial: Cole no puede cambiar su pasado ni el sistema, pero puede enfrentar la oscuridad con valentía y dignidad.

 

Sin embargo, este cambio es muy agridulce. La sociedad no reconoce su sacrificio, ni su nombre será recordado como un héroe. La verdadera recompensa de Cole es interna: la aceptación de su lugar en un mundo imperfecto y la reconciliación, en parte, con su propio sentido del deber y la humanidad que había ido perdiendo.

 

Hasta este punto, Cole había sido un hombre atrapado entre su rígido código moral y la realidad podrida de la ciudad. La brutalidad de la guerra y la traición de sus antiguos compañeros lo habían convertido en un ser endurecido, perfeccionista y aislado del mundo. Sin embargo, durante su estancia en Incendios y gracias al vínculo inesperado con Herschel Biggs.

 

COLE 3

 

Cole encuentra una forma de redención: entiende que no puede salvar a todos ni erradicar el mal sistémico, pero puede hacer lo correcto caso a caso.

 

El compañerismo de Biggs ofrece a Cole algo que nunca tuvo en sus otras etapas policiales: un auténtico respeto mutuo basado en la aceptación de sus fallos humanos. Donde otros compañeros solo vieron en Cole arrogancia o insubordinación, Biggs intuye la carga moral que lleva a sus espaldas. Esa complicidad silenciosa es un regalo para Cole: el reconocimiento de que, incluso como un hombre roto, puede seguir siendo útil.

 

Cole consigue atenuar, aunque sea mínimamente, su culpa de Okinawa y la vergüenza de su escándalo amoroso con Elsa. Recupera su sentido de propósito. Se libera de la obsesión por la perfección y la necesidad de aprobación externa que lo atormentaba desde la guerra. Ahora actúa porque cree en la justicia, no porque espere medallas o ascensos.

 

La razón por la que Jack Kelso y Cole Phelps son tan contrarios es que representan dos formas opuestas de enfrentar el trauma, la moral y la identidad personal. Son el yin y el yang del alma rota por la guerra y aplastada por el sistema.

 

Cole vive obsesionado con hacer lo correcto para recibir aprobación externa. Quiere limpiar su nombre y que lo vean como alguien digno y Jack no busca ningún reconocimiento. Hace lo correcto porque no puede vivir consigo mismo si no lo hace. Su ética nace de su conciencia, no de su reputación.
Cole se reprime para no enfrentar el horror que vivió  y Kelso acepta que su pasado lo marcó pero no deja que eso dicte su vida.

 

Estos dos hombres recorren un camino inverso. Cole empieza siendo el héroe y acaba siendo repudiado mientras que Jack sufre por ser el eterno secundario y termina siendo un hombre íntegro.

 

En este punto de la historia la corrupción ha sido desenmascarada pero no erradicada. El precio de desvelar esta verdad  ha sido altísimo y la única recompensa es su propia paz interior.

 

Cole ya no busca pertenecer al sistema. Ha perdido el miedo al castigo, al juicio de sus compañeros y a la soledad. Sabe que no hay victoria posible frente a las estructuras del poder, pero también entiende que ser un hombre decente no depende de ganar, sino de resistir. Esta resignación lúcida lo convierte en una figura trágicamente heroica.

 

Su última tarea es rescatar a Elsa Lichtman, atrapada en Los Ángeles, una ciudad  que siempre ha usado y descartado a quienes intentan resistirse. La persecución final por las alcantarillas funciona como metáfora perfecta del descenso al infierno: Cole baja literalmente a las cloacas de la ciudad para salvar lo único que aún le importa. El laberinto de túneles se convierte en el símbolo de la mente de Phelps: oscura, caótica y llena de trampas.

 

Cole no solo lucha contra Ira Hogeboom, sino contra todo lo que ha intentado reprimir: su culpa por la guerra, su arrogancia, su fracaso como esposo, su desprecio inicial hacia los demás y su incapacidad para reconciliar la ley con la justicia. La elección de salvar a Elsa, aun sabiendo que ello probablemente le cueste la vida, es la culminación de su arco: la redención a través del sacrificio.

 

Phelps muere ahogado por una riada mientras ayuda a Elsa y Biggs escapar. Su último acto de bondad es preservar a dos de las personas que siente que merece la pena proteger en este mundo porque ni él mismo siente que la redención sea posible para él.

 

No hay grandes homenajes ni funerales multitudinarios tras esta pérdida y, de hecho, el discurso de Roy es profundamente hipócrita un reflejo de los valores del mismísimo cuerpo de policía.

 

COLE FIN

 

El discurso es profundamente hipócrita; algo que causa el enfado de Elsa. Los únicos que comprendieron a Cole lo despiden en silencio. La escena es un recordatorio brutal de que en un mundo podrido, los verdaderos héroes no reciben medallas, sino que mueren anónimos.

 

Phelps, que comenzó su camino buscando orden y significado, termina abrazando la incertidumbre y la imperfección. Su muerte no redime a la ciudad, pero sí redime su alma. La justicia, al menos en ese último gesto de humanidad, ha prevalecido en su corazón.

 

Su sacrificio reconfigura la percepción que algunos personajes tienen de él y el concepto de justicia en una ciudad corrupta.

 

Su muerte impacta profundamente a Elsa y a Biggs. La amargura de Elsa en la escena final, donde acusa al departamento de haber destruido a Cole, es la prueba de que alguien finalmente entendió la complejidad y la verdad detrás de su vida. Ella representa a la humanidad de Phelps, aquello que había intentado reprimir durante años bajo capas de perfeccionismo y deber.

 

Biggs logra redescubrir un atisbo de fe en la integridad gracias al ejemplo de Cole. Aunque Biggs no pronuncia grandes palabras, su presencia y su silencio en el funeral lo dicen todo. Este hombre había abandonado toda esperanza de encontrar decencia en la policía y ahora termina la historia con un respeto genuino y silencioso hacia el hombre que, a pesar de todas sus errores, se mantuvo fiel a su conciencia hasta el final.

 

Este es uno de los mensajes más duros de los videojuegos. L.A Noire es un juego gris y no es para todo el mundo porque no todos están preparados para aceptar que la justicia y la integridad a veces conduce al aislamiento, a sentirte rechazado o a cuestionarte si merece la pena lo que haces…

 

Cole demostró que es posible resistirse a la podredumbre sin perder la humanidad, que podemos defender nuestros ideales si mantenemos la esperanza y ponemos límites a aquello que nos parece correcto. En un mundo cada vez más egoísta y que va a lo suyo las conexiones genuinas parece que escasean pero si eres como yo, seguramente te interese conectar de verdad.

 

En un mundo que va cada vez más rápido, donde no da tiempo a disfrutar los juegos o las películas como antes seguramente te sentirás tan agotado como yo me siento a veces. Siento que no puedo abarcarlo todo y eso…está bien.

 

Por eso escribo estos artículos. Porque sé que tú quizás seas como yo y aprecies el contenido trabajado y que se toma su tiempo en transmitir un mensaje.

 

Cole Phelps es un personaje triste pero su historia nos recuerda la importancia de defender nuestros valores y ser íntegros hasta el último momento.

 

Porque, al final, la verdadera lección de L.A. Noire es sobre la lucha interna que todos libramos en algún momento: la de mantenernos fieles a nosotros mismos en un entorno que constantemente nos exige que cedamos, que callemos o que miremos hacia otro lado. Phelps perdió casi todo en ese intento, pero nunca perdió su alma.

 

Y quizá, esa sea la enseñanza más poderosa. Que aunque el mundo no te aplauda, aunque la historia no te premie, el simple hecho de ser leal a tu conciencia es un acto de valentía silenciosa. Una rebelión íntima en un universo donde la verdad y la justicia rara vez se dan la mano.

 

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